.

Me incluyo en ese grupo que sueña con algún día poder caminar con un café del Starbucks en la mano por la quinta avenida. De momento, me contento, o me conformo, con ver cómo lo hacen otros. 'How to make it in America' deja a un lado los Manolo Blahnik, los modelitos 'Gossip Girl' o irradiante felicidad de Betty para mostrarnos otra cara de Nueva York, seguramente más real.

HBO lo vuelve a conseguir, y parece que no se le escapa una buena. Algunos, entre los que me incluyo, vemos Nueva York como el fin de nuestros sueños, como el lugar al que tienes que llegar para que tus verdaderos sueños se hagan realidad. 'How to make it in America' nos enseña que NY no es un hada madrina. Allí también hay recepcionistas, empresarios, barrenderos, banqueros, taxistas...Allí hay exactamente lo mismo que en Madrid. ¿Viven de otra manera? Sí, pero eso es cuestión de gustos.

Suelo defender la ciudad de los rascacielos. Me gusta ese estilo de vida. Eso no quiere decir que no sepa de lo que hablo. Me gusta Nueva York, pero también he aprendido que de lo que hay mucho, hay poco. La felicidad se encuentra en muchos sitios, y Nueva York es un sitio más. Sólamente es un capricho buscarla allí.

La serie puede dar para mucho. Algunos no confiaban en ella demasiado, etiquetándola como el 'Entourage neoyorquino'. Sin embargo, la serie ya ha conseguido renovar para una segunda temporada en la cadena sin fin. Una lección de buen gusto, sin duda.

El prota (Bryan Greenberg) mola, todo hay que decirlo. Es majete, tiene su estilo y una ética de la que puede presumir. Intenta buscar su lugar mientras la vida le da palos. Intenta hacer las cosas bien mientras se da cuenta de que sólo triunfa el que hace las cosas mal. Sin embargo, no tiene nada de lo que arrepentirse, y eso le hace estar firme hacia lo que venga.